Una etapa más, ya van seis. Aquí se pierde la noción del tiempo, en serio, no se sabe si es jueves o martes, lo único que se sabe cuando suena el despertador es que tienes que ponerte las zapatillas, colgarte la mochila en los hombros y empezar a caminar...
Ha sido una etapa sin apenas dificultad. Ha vuelto a llover, parece que se va a convertir en un acompañante más en lo que nos queda de trayecto. Hoy en nuestro recorrido pasábamos por ¡una fuente de vino! Está en Irache. Éste soy yo bebiendo un poquito de vino para reponer fuerzas:
Siguiendo por nuestro recorrido de hoy, también nos hemos encontrado con Pablito, un vecino de uno de los pueblo por donde hemos pasado que es muy famoso, incluso sale en las guías sobre el Camino de Santiago porque es muy amable y hospitalario con los peregrino. Se ha portado excelentemente bien con nosotros: primero nos ha sellado la compostelana con su propio sello (sólo suelen tener sello las Iglesias y los albergues, por supuesto, y algunos bares); después nos ha enseñado una piedra del año 800 que, por una cara tenía la cruz de Santiago y, por la otra, una cruz de los templarios malteses; y más tarde, nos ha enseñado todo lo que él mismo elabora para obsequiar a los peregrinos (conchas, palos, etc.):
El día no ha podido acabar mejor, con una cena conjunta en el albergue. El cocinero ha sido Mateo, un malagueño acompañado por su mujer Isabel. La cena y la compañía ha sido espectacular. El plato: ¡unas migas!
¡Hasta pronto amigos!
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